20111211

CHOQUE DE REYES. Capítulo 3 / 4




Seguimos con la extraordinaria serie " CHOQUE DE REYES " como siempre desde RTV.TORREPARAISO MALAGA , la ciudad del saber , esta semana con capítulo doble, ponte cómodo y disfrutalo...


Choque de Reyes.Capítulo 3: Tyrion Lannister 'La mano del Rey'

Con el gélido atuendo blanco de la Guardia Real, Ser Mandon Moore parecía un cadáver amortajado.
—Su Alteza ha dado órdenes muy concretas, el Consejo está reunido y nadie debe molestar.
—Yo supondré una molestia muy pequeña, ser. —Tyrion se sacó el pergamino de la manga—. Traigo una carta de mi padre, Lord Tywin Lannister, la Mano del Rey.Aquí está su sello.
—Nadie debe molestar a Su Alteza —repitió Ser Mandon muy despacio, como si Tyrion fuera idiota y no lo hubiera oído la primera vez.
En cierta ocasión, Jaime le había dicho que Moore era el miembro más peligroso de la Guardia Real, exceptuándolo a él, claro, porque su rostro nunca dejaba entrever lo que haría a continuación. En aquel momento a Tyrion le hubiera ido muy bien tener alguna pista. Bronn y Timett podrían matar al caballero si había que llegar a las espadas,
pero asesinar a uno de los protectores de Joffrey no era un buen comienzo. Aunque, si permitía que aquel hombre lo despreciara, ¿qué sería de su autoridad? Se obligó a sonreír.
—Aún no os he presentado a mis compañeros, Ser Mandon. Éste es Timett, hijo de Timett, un mano roja de los Hombres Quemados. Y éste es Bronn. ¿Os acordáis de Ser Vardis Egen, el capitán de la guardia de Lord Arryn?
—Sí, lo conozco. —Los ojos de Ser Mandon eran de un color gris claro, extrañamente inexpresivos y carentes de vida.
—Lo conocíais —corrigió Bronn con una sonrisa tensa.







Choque de Reyes.Capítulo 4.El Príncipe de Invernalia y los Lobos Huargos





Bran prefería la piedra dura del asiento de la ventana a la comodidad del colchón de plumas y las mantas. Cuando estaba en la cama sentía como si las paredes se le vinieran encima y el techo pesara sobre él. Cuando estaba en la cama, la habitación era su celda en Invernalia, su prisión. Pero, al otro lado de la ventana, el ancho mundo aún lo llamaba.
No podía caminar, ni trepar, ni cazar, ni pelear con una espada de madera como hacía antes, pero aún podía mirar. Le gustaba ver cómo las ventanas de Invernalia se iban iluminando a medida que tras sus cristales en forma de diamante se encendían
velas y chimeneas, y le encantaba escuchar cómo los lobos huargos cantaban a las estrellas.
En los últimos tiempos soñaba a menudo con lobos. «Me hablan, de hermano a hermano», se dijo cuando los lobos empezaron a aullar. Casi los comprendía... no del todo, pero casi... como si cantaran en un idioma que había dominado en el pasado, y que luego había olvidado. A los Walders les daban miedo, pero por las venas de los Stark
corría sangre de lobos. Se lo había dicho la Vieja Tata. «Aunque en unos es más fuerte que en otros», le advirtió.
El aullido de Verano era largo y triste, lleno de pena y añoranza. El de Peludo era más incontrolado. Sus voces resonaron en los patios y en las salas hasta que el castillo entero pareció invadido por una manada de lobos huargos, como si hubiera más de dos...dos, donde en el pasado hubo seis. «¿Estarán llamando a Viento Gris, y a Fantasma, y a
Nymeria, y al espíritu de Dama? ¿Querrán que regresen para volver a ser una manada?»
—Nadie sabe qué pasa por la mente de un lobo —le dijo Ser Rodrik Cassel cuando Bran le preguntó por qué aullaban.