Un grupo de científicos europeos dice que se puede inducir la formación de nubes y lluvia mediante el disparo de un láser potente en la atmósfera.
|
Según unos científicos, disparar un láser potente a través de una atmósfera húmeda estimula la formación de nubes. Según ellos este nuevo método es mucho más sencillo de calibrar que el tradicional de sembrado de nubes, por lo que sería una manera práctica de provocar lluvia.
El sembrado de nubes se práctica en numerosos países del mundo. Consiste en la dispersión en la atmósfera de pequeñas partículas mediante aviones o cohetes para así aumentar la lluvia o reducir el granizo. Normalmente se usan partículas de ioduro de plata, alrededor de las cuales se condensa el agua superenfriada que está en forma de vapor atmosférico, formándose cristales de hielo cada vez más grandes hasta que la gravedad les hace caer en forma de lluvia. Alternativamente se usan sales de sodio, litio o potasio.
Aunque el sembrado de nubes puede tener beneficios prácticos, es una técnica controvertida porque los científicos no han conseguido demostrar si realmente cambia la cantidad de lluvia recibida de manera significativa. Entre algunas de sus incertidumbres están las limitaciones tanto en la compresión de las fluctuaciones naturales en la lluvia como del conocimiento sobre qué aerosoles estimulan las precipitaciones.
Philipp Rohwetter, de la Universidad Libre de Berlín y sus colaboradores alemanes, suizos y franceses creen que pueden superar estos inconvenientes usando un láser con el que sembrar las nubes. Para demostrar esta idea usaron un láser infrarrojo móvil capaz de proporcionar pulsos de 5× 1012 vatios de potencia (el equivalente a 1000 centrales eléctricas) y 10-13 segundos de duración.
Estos pulsos son tan potentes que modifican el índice de refracción del aire, haciendo que se enfoquen a sí mismos. Esto produce unos filamentos de luz que son lo suficientemente energéticos como para ionizar el aire e iniciar la condensación.
Los investigadores dispararon el láser tanto en la atmósfera como en un ambiente controlado de laboratorio consistente en una cámara llena de aire ambiente húmedo a 24 grados bajo cero. En ambos casos iluminaron la trayectoria de este láser con un segundo láser de baja potencia que experimenta una dispersión importante si hay gotitas de agua presentes, para así revelar la existencia o no de condensación.
Pudieron comprobar que efectivamente había una condensación producida por el láser de alta potencia. Observaron el fenómeno en 900 disparos, proporcionando, según ellos, claras evidencias de la capacidad de sembrado de nubes de esta técnica.
Según Jerôme Kasparian, de la Universidad de Ginebra, se necesitarán varios años para obtener una demostración práctica de esta técnica. En particular, según él, se necesitará un láser aún más potente que aproveche del efecto barrido que han encontrado estos investigadores. Al parecer, la ionización continúa durante varios segundos después de que el láser se haya apagado, por lo que un haz que barriera el cielo podría sembrar grandes volúmenes de aire con nubes.
Más importante aún es establecer la física que hay detrás del efecto para así optimizar la técnica. Se podría hallar una longitud de onda adecuada, una duración del pulso óptimo, etc. de tal modo que se maximice el efecto.
Están seguros que los iones inducidos por el láser contribuyen a la condensación, pero además creen que la condensación podría darse sobre moléculas de ácido sulfúrico y nítrico, que se forman cuando los electrones del plasma inducido generan radicales OH que oxidan dióxido de azufre y nitrógeno respectivamente.
Sin embargo, estos experimentos no convencen a otros investigadores. Un caso es Bill Cotton, de Colorado State University (EEUU), que sostiene que los investigadores alemanes han sobreestimado groseramente el impacto real en la formación de nubes y en las precipitaciones de esta técnica. Apuntan que el aire de la cámara empleado en el laboratorio tenía una humedad relativa del 230%, cuando en la atmósfera rara vez se excede el 101%. Dan Breed, del National Center for Atmospheric Research in Colorado, es de la misma opinión.
Los investigadores europeos se defienden diciendo que el efecto se mantiene en el laboratorio incluso en condiciones de no saturación, además de haberse observado en la atmósfera real.
Fuentes : neofronteras.com