Una nueva definición de esa franja
orbital «privilegiada» empuja a nuestro planeta hasta el límite, cerca del
lugar donde la vida ya no sería posible
Un grupo de investigadores de la Penn State University acaba de cambiar la
definición de "zona de habitabilidad" de una estrella. Una
modificación que, entre otras cosas, desplaza
a la Tierra desde el centro de esa franja orbital privilegiada y la
empuja hasta muy cerca de su borde interno,
más allá del cual la vida no sería posible.
Una de las condiciones para que un
planeta tenga posibilidades de albergar vida tal y como la conocemos es que se
encuentre en la "zona de habitabilidad" de
su estrella. Es decir, a la distancia necesaria, ni demasiado cerca ni
demasiado lejos, para que sobre su superficie pueda existir agua en estado
líquido.
Utilizando los últimos datos
disponibles, un equipo de científicos del Departamento de Geociencias de la
Penn State University ha actualizado los criterios que se utilizaban hasta
ahora y que fueron desarrollados hace dos décadas por James
Kasting, investigador de la misma Universidad. El trabajo, que se
publicará próximamente en Astrophysical Journal, puede leerse ya en arxiv.
Comparando las viejas estimaciones con las nuevas, los
científicos se han encontrado con que la zona habitable de una estrella se
encuentra, en realidad algo más lejos de ella de lo que se creía. "El
trabajo -explica Ravi Kumar Kopparapu, autor principal del estudio- tiene
implicaciones a la hora de buscar otros planetas en los que pueda haber
vida".
La primera consecuencia de aplicar el nuevo modelo es
que muchos planetas que se creía estaban en la zona habitable de sus estrellas,
en realidad no lo están. Y que otros que hasta ahora estaban fuera en realidad
se encuentran dentro de ella.
Para llegar a sus conclusiones, los investigadores
actualizaron las bases de datos existentes sobre absorción de agua y gases de
efecto invernadero. Ambos parámetros, en efecto, tienen una gran influencia sobre
la atmósfera de los exoplanetas y resultan decisivos para determinar si éstos
pueden albergar, o no, agua en estado líquido.
850
exoplanetas confirmados
La información disponible en la actualidad es mucho
más detallada que hace 20 años, cuando Kasting creó el primer modelo aunque,
según advierten los investigadores, el modelo aún no puede tener en cuenta los
efectos de refracción de las nubes, que también pueden afectar a la
habitabilidad de un planeta.
La nueva definición, en el fondo, no es tan diferente
de la que había hasta ahora, aunque sus implicaciones sí que pueden ser
enormes. Por ejemplo, en nuestro propio Sistema Solar, los bordes de la zona
habitable se han desplazado ligeramente hacia el exterior. Y la estrecha franja
orbital en la que es posible la existencia de agua líquida (y por tanto de
vida) ha pasado de estar entre 0,95 y 1,67 Unidades Astronómicas (una UA es la
distancia que hay entre la Tierra y el Sol, unos 150 millones de km) a situarse
entre 0,99 y las 1,7 UA. Es decir, un poco más lejos del Sol de lo que se creía
hasta ahora.
Venus,
achicharrado
Como consecuencia de este cambio la Tierra, en contra
de lo que se pensaba, no se encuentra en el centro de la zona habitable del
Sol, sino muy cerca de su borde interno. Un poco más allá de ese borde (y por
lo tanto más cerca del Sol) se encuentra Venus, un planeta literalmente
achicharrado y con una temperatura media de casi 400 grados. Por el otro lado,
más allá del borde externo, está Marte, un mundo helado y en el que el agua
solo se encuentra hoy en forma de hielo.
Otros mundos, por el contrario, podrían
verse beneficiados. Entre ellos el aún polémico Gliese
581d, el exoplaneta más parecido al nuestro de todos los
descubiertos hasta ahora y que se situaba justo fuera, por la parte externa, de
la zona de babitabilidad de su estrella. Ahora, con el nuevo modelo, el
enigmático exoplaneta ha pasado a estar justo en el centro de esa zona
privilegiada, lo que hace de él un candidato aún mejor para albergar vida.
FUENTES : ABC de la ciencia